Ficus sycomorus

Familia Moráceas

Árbol de hoja perenne, a veces caducifolio, solo en periodos cortos de tiempo, dependiendo del clima local. Hojas ovales, anchas, de hasta 15 cm de longitud, con estípulas pubescentes y pecíolo de 5 cm. Limbo de la hoja con base cordada y extremo redondeado, con margen ondulado y nervadura importante, sin pelos por el haz, algo pubescente por el envés. Frutos similares a un higo, que se desarrollan en racimos que surgen sobre el tronco y ramas más gruesas, casi redondos, con pedúnculo, tomentosos, de 2,5 cm de diámetro.

Especie oriunda de la península Arábica y África tropical oriental, que fue muy cultivada durante milenios en Egipto, hasta tal punto de ser conocido como el “país de los sicomoros”, donde curiosamente es difícil encontrarlo en la actualidad.

Necesita suelos fértiles, arenosos y bien drenados. Es muy sensible al frío y tiene que descartarse en zonas donde se produzcan heladas.

Fue un árbol sagrado en el antiguo Egipto; para los egipcios, según su texto sagrado (Libro de los Muertos), dos sicomoros se encuentran en la entrada del Cielo, que dan cobijo y alimento a los muertos. Su madera, densa y rígida, a la vez que porosa, se empleó para construir sarcófagos y no faltaba junto a los estanques de los jardines egipcios. También se cita en la Biblia, fue el árbol al que se subió un personaje bíblico.

De la corteza se han extraído sustancias con usos medicinales y sus frutos son comestibles, aromáticos, aunque actualmente poco apreciados y apenas consumidos, porque suelen estar llenos de insectos.

Puede emplearse como árbol ornamental por su rareza, singularidad y, principalmente, por el gran valor científico y divulgativo que aporta a jardines públicos y privados.